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¿Sientes que conoces a alguien que puede estar teniendo problemas con su conducta alimentaria? ¡Sigue leyendo! En este artículo dos expertas, Daniela Sánchez Acosara y Sandra Ivonne Pérez Sierra,  nos dan consejos sobre qué debemos hacer para ayudar a las personas que nos rodean. ¡Aquí vamos!

Los trastornos de la conducta alimentaria no discriminan. Estos pueden afectar a personas de todas las edades, géneros, orígenes étnicos y peso corporal... Es por ello que identificarlos puede ser difícil, incluso muchos casos pueden pasar desapercibidos durante un largo período de tiempo: las personas con trastornos alimentarios pueden parecer saludables, pero estar extremadamente enfermas.

Sin embargo, en este artículo queremos compartirte algunos indicios que nos pueden llevar a sospechar si algún familiar, amigo o conocido presenta algún trastorno de la conducta alimentaria. Esta detección temprana es primordial para buscar un tratamiento adecuado y prevenir otros síntomas relacionados como la ansiedad, la depresión, el consumo de sustancias y el suicidio.

Quizás en algún momento te hayas preguntado... ¿cómo se si alguien cercano a mi -o incluso yo mismo(a)- presenta un trastorno de la conducta alimentaria? Activar nuestro rastreador puede ser una tarea difícil pero no imposible, ya que existen unas conductas que son sugestivas de un trastorno alimentario, por ejemplo, si vemos una persona que antes se percibía alegre y sociable pero últimamente se muestra retraído(a) o distanciado(a); o si nos expresa constantemente que tiene frío (a pesar que el clima este caluroso); si muestra desinterés por el estudio o el trabajo; o si nos manifiesta que suele hacer mal las cosas, lamentándose frecuentemente, puede tratarse de un caso de trastorno de la conducta alimentaria. Sin embargo, estas conductas NO son exclusivas de estos trastornos, aunque pueden darnos pistas o indicios de que algo no está marchando adecuadamente.

Esto lo decimos debido a que la vida es cambiante y... ¡no todos los días pensamos o nos sentimos igual!, lo que hace que el apetito no sea el mismo que el día anterior, que la ropa nos quede más ajustada algunos días, o que las emociones nos lleven a evitar o aumentar el consumo de ciertos alimentos. Es por esto que para hacer una adecuada detección de una persona a nuestro alrededor que presenta un trastorno de la conducta alimentaria, es importante revisar la variable tiempo, es decir, qué tan frecuente y repetitiva es la presencia de conductas como:

  • Cambiar los hábitos y el estilo de vida, principalmente respecto a la forma de alimentarse. Por ejemplo, satanizar algunos alimentos “esto hace mal, esto no”, tener porciones de comida más disminuidas que de costumbre, evitar uno o más momentos de consumo al día, y escudarse en querer consumir “algo más saludable" -sin el acompañamiento de un profesional en Nutrición y Dietética-.

  • Escuchar expresiones como “me siento gordo(a)”, quejas constantes sobre su cuerpo y la manera en la que se ve frente al espejo, y preocupaciones constantes por la comida, los menús, su preparación, e incluso tener sueños con la comida.

  • Evaluarse negativamente en términos del peso corporal o la figura, lo que ha comido y lo que no. Cambios de humor como ser más irritables, presentar arrebatos de ira y sentir angustia emocional.

  • Implementar conductas diarias como pesarse y medirse todos los días -esperando no haber aumentado de peso ni talla-. Realización de ejercicio en exceso, principalmente cardio, y sin contar con un direccionamiento de un profesional en deporte.

Si bien algunas de estas conductas pueden mostrarse como algo “habitual o cotidiano” para esa persona, es importante que sepas que los trastornos alimentarios no son opciones de estilo de vida. No se trata de modas ni de formas de ser, se trata de una enfermedad mental que se debe detectar a tiempo y quizás entre todos podemos identificar algunas personas con estas conductas y alertar a esa persona o a alguien más de su situación y nuestra preocupación por su salud.

Quizás en esas personas encontremos una negativa de asistir a un profesional, un rechazo cuando lo animamos a comer algo o cuando le pedimos que deje de vomitar. Incluso, debido a que los trastornos alimentarios pueden alterar la percepción de si mismos, es probable que la persona no reconozca que tiene la enfermedad o que lo considere como algo “normal”. En estos casos, puede que tu como amigo, familiar o conocido seas aislado, pero la experiencia en el manejo de estos pacientes ha mostrado que rodearse de personas que se preocupan, otras personas que se han recuperado y un equipo de profesionales de la salud (médico, nutricionista-dietista y psicólogo) puede ser de gran ayuda. Así que, ¡no desfallezcas y mantente ahí apoyando!

Para las personas que al leer esto están pensando si presentan o no un trastorno de la conducta alimentaria, te invitamos a romper el silencio, no estás solo(a), los profesionales de la salud podemos ayudarte a encontrar estrategias efectivas para tu recuperación, así como aprender a exteriorizar el trastorno de la conducta alimentaria y afrontar los factores estresantes de la vida. Y para ti, que quieres ayudar a una persona que está atravesando por esta situación, hazle saber que no está solo, que te tiene a ti para apoyarlos y alentarlos en su lucha por recuperarse. Evita mencionar frases como “es fácil comer” o “deja de vomitar”, ya que si fuera fácil la persona ya lo habría hecho. Se paciente, comprensivo y evita los prejuicios (actitudes negativas). La principal herramienta es informarnos, empleando fuentes y buscadores confiables.

La manera adecuada de ayudar a las personas que crees que están pasando por un trastorno tipo anorexia, bulimia o trastorno de atracón es a través de un profesional en salud mental, quién es la persona idónea, con los conocimientos plenos para instaurar un tratamiento que pueda mejorar las condiciones de salud. Así que, primero convérsalo con tu amigo(a), familiar, conocido(a), y si para esta persona no representa una situación problemática ni conlleva a una enfermedad, cuéntale a alguien cercano que pueda hacerse cargo de la situación (un familiar, un profesor, un consejero, un adulto...), y que conduzca a esta persona a un profesional que le brinde el diagnóstico correcto para mejorar su estado de salud y su calidad de vida.

¡Ser bueno es ayudar! Entre todos podemos evitar que las personas que queremos sufran las consecuencias de estas enfermedades... no solo debemos estar atentos a lo propio, sino que es nuestra responsabilidad cuidar de nosotros mismos y de los demás... ¡no olvides! tú puedes ayudar a los que están cerca de ti y convertirte en un promotor del bienestar mental, psicológico y social para seguir construyendo una sociedad mejor.

Referencias:

Eating Disorders Association Inc (2014). Understanding Eating Disorders. EDA: Queensland.

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