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23 de Noviembre
De productividad nos han hablado todo el tiempo. Han romantizado el hecho de “tener siempre una mente ocupada para no preocuparse con nada” y de que el verdadero valor lo encontramos cuando logramos desarrollar varias tareas al mismo tiempo. Rara vez, nos explican que no existe una competencia peor que la que se juega en nuestro cerebro al pensar en la dualidad de “hago esto” o “me regalo un tiempo para mí”.
De aquí, es de donde parte muchas veces el sentimiento de no ser lo suficientemente buenas en algo, porque a fin de cuentas nos hemos dedicado supuestamente “24/7” para hacer realidad lo que queremos. Así que, si nadie te lo ha dicho, Nosotras te vamos a regalar una caja de herramientas tan poderosas para que combatas la frustración, creyendo tanto en ti misma que cuando los otros te vean no puedan evitar hacerlo.
Claramente no podríamos empezar a hablar de cómo manejar la frustración sin decirte que entendemos que andamos en tiempos de “productividad al 100”, pero te invitamos a que no creas en ideas equivocadas de rendimiento, pues es también válido y necesario que tengas momentos para ti misma; de hacer un spa en casa, mirar el techo, actualizarte en la serie o escuchar tu playlist favorita, pues al final del día, en estos pequeños momentos, está la vida.
Para entender cómo manejar la frustración, primero tendríamos que decir que esta aparece como una consecuencia misma de vivir. Todos nos enfrentamos a ella, solo que algunas personas suelen abrazarla y pasar página más fácil que otras cuando un error se les atraviesa en el camino.
La frustración, en sí misma, puede ocurrir cuando las cosas no salen como lo esperábamos, lo cual se sale totalmente de nuestro control, pues así tengamos el súper poder de ver el futuro, el destino termina decidiendo por nosotras.
Si Ricky Martín dijo que a veces gris, a veces blanco, nosotras decimos que a veces sí y a veces no. Por ejemplo, muchas veces nos esforzamos con alma, cuerpo y vida para que lo que tanto soñamos salga como planeábamos, pero al final del camino, nos damos cuenta de que esto no sucedió de tal manera porque algo más debía pasar para darnos una lección, que no hubieras adquirido si la vida fuera escrita por nosotras mismas.
La cuestión aquí es que en algunas ocasiones tardamos mucho en darle respuesta a los sucesos imprevistos que nos cambian los planes, por ello y mientras suena de fondo *sobrevivo por pura ansiedad*, solemos caer en una sensación de fracaso, miedo o desmotivación, porque “si no es así, ¿entonces cómo?” … De esta manera es que empezamos a darle la bienvenida a los malos resultados, el mal rendimiento y actitudes que, en lugar de hacernos ir hacia adelante, nos llevan un poquito hacia atrás.
Creemos que el mal rendimiento nunca, jamás, ni por error, es una característica o rasgo en una personalidad. De hecho, somos fieles partidarias de que un mal rendimiento es el resultado de un entorno que no vibra en tu misma sintonía y, aunque hemos visto innumerables veces la frase de “no siempre habrá motivación, por eso hay que ser disciplinadas”, podemos asegurarte que estar en un lugar que no te haga poner los ojitos lindos de Bad Bunny, influye muchísimo en tus resultados.
Por ejemplo, imagina que el trabajo de tus sueños es muy parecido al diseño, la creatividad, la música o el arte y te encuentres trabajando en una oficina, todos los días de la semana, manejando archivos de Excel.
¿Qué crees que sucede? Que seguramente serías mejor en algo a fin a tus intereses, en lugar de presentar tus informes. Ojo al spoiler: (Excel es tan necesario en la vida como aprender a quererte). Por esto, es muy importante que revises qué es lo que te apasiona para empezar a hacerlo y dejar de actuar solo por complacer a los demás.
Con el anterior ejemplo y teniendo en cuenta que no siempre llegamos a la cima en tan solo un paso, podemos ver uno de los motivos por los cuales nuestro rendimiento no es el esperado en algunas ocasiones y los comentarios de otras personas son tomados por nuestro cerebro como una señal de “fracasaste si no puedes complacer a tu jefe, a tu familia, tus amigas o a tu pareja”.
Sí, ya sabemos que todo lo anterior ha sido como un capítulo de una muy mala serie, pero tú tranquila, que la frustración como fácil llega, fácil se va, y es aquí cuando abrimos la caja de herramientas que hasta Mickey envidia, al momento de saber cómo manejar la frustración.
Aspira a tocar el cielo, estando en la tierra: Muchas veces solemos proponernos metas que, por el momento en el que nos encontramos, están fuera de nuestro alcance. Mejor, ve pasito a pasito y según tus resultados aspira a más.
Si Hannah Montana alguna vez dijo “nobody´s perfect”, ¿por qué tú sí?: Ten siempre presente que en el camino puedes cometer errores porque aunque pareces princesa, controlar todos los factores que te rodean es imposible. De esta manera será más fácil aceptarlos.
Mantente en un constante “qué pasa si…”: Piensa en las situaciones que mayor estrés o presión te generan, mejor si no las estás viviendo en ese mismo instante, para que con mayor claridad poner en la balanza posibles soluciones.
Esto es un llamado de emergencia: Por fortuna, ya le dijimos adiós desde hace muuucho rato al estigma de que los “psicólogos son solo para locos” y ahora podemos llamarlos y pedir ayuda profesional que nos muestre la mejor manera para conocernos, entendernos y regalarnos calma, aún en los momentos más difíciles.
Tú tranqui, nos puedes decir con toda confianza que parecemos un disco rayado, pero no nos vamos a cansar de recordarte que por muy rápido o lento que vayas, jamás te estrellas, sino que siempre aprendes.
Convertir un momento frustrante en una oportunidad será de los éxitos más importantes en tu vida, de esos que deberían tener diplomas y estar enmarcados en la pared de tu cuarto, porque reconocer que no tienes porqué ser perfecta y que los errores son parte del proceso, te ayudarán a fluir, ir libre de equipaje y estar dispuesta a abrazar todo lo que el universo quiere darte.
No obstante, una vez aprendas a aceptar la frustración, notarás que tu mejor amiga será la experiencia, pues con el tiempo estos episodios en los que tú misma te quitas valor y esfuerzo, irán disminuyendo, porque cada vez tendrás más poder sobre tus pensamientos y serás tú quién decida sobre el problema y no él sobre ti.
Y así, como por arte de magia, la vida termina enamorándose de tus resultados, tanto como tú lo estarás de ellos.
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