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8 de Febrero
¡Estamos felices de que estés leyendo esta guía! Prevenir el acoso desde casa es una labor que convoca a todos los papás y cuidadores de los niños del mundo.
Desde que son bebés, somos nosotros los que les estamos regalando las herramientas que necesitan para hacerle frente al mundo en sociedad. Somos nosotros los que, con el ejemplo, les mostramos cómo reaccionar ante todas las situaciones.
Por eso, cada día, más nos damos cuenta de la importancia que tienen nuestras acciones sobre nuestros hijos para generar espacios seguros de convivencia.
Queremos un mundo libre de bullying que esté lleno de niños y niñas seguros y empáticos que puedan relacionarse desde el amor y el respeto. Aquí queremos regalarte una guía con acciones concretas que puedes llevar a cabo en tu día a día para hacer el mejor esfuerzo y unir tu voz en esta lucha anti bullying.
El bullying es el acoso escolar intencional y sistemático que sufren los niños por parte de uno o de un grupo de sus compañeros que se creen más poderosos. Se pueden dar diferentes formas de bullying: Verbal: apodos o comentarios mal intencionados. No verbal, se presenta como una exclusión. Física, se da con empujones, quitar el dinero, la lonchera o esconder cosas. Y el ciberacoso, el cual involucra el uso de tecnologías para intimidar a otros.
En ambos casos, el bullying es una problemática real del mundo actual en el que todos los actores debemos estar involucrados para prevenirla y, en caso de que suceda, hacerle frente y manejarla con las mejores estrategias.
Un detalle importante que muchas veces pasa desapercibido, es que en la intimidación escolar del bullying, no solamente están los niños que agreden y los niños agredidos, sino que hay un tercero que es tan importante como los primeros dos: el testigo.
Los testigos son niños que presencian el bullying de manera pasiva y son los que intervienen o promueven situaciones de intimidación. Por lo que como padres debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para apoyar cuando sean testigos y dar apoyo desde la empatía y la compasión a reportar la situación e intentar poner una voz de freno.
La crianza respetuosa y la disciplina positiva son las dos herramientas más valiosas que tenemos los adultos actualmente para criar niños seguros y empáticos, que no hagan parte del fenómeno de bullying en sus ambientes escolares.
Es con esas dos herramientas con las que podremos fortalecer la seguridad y la autoestima de los niños que tenemos a nuestro cargo.
Además, debemos entender que en todas las edades y etapas del desarrollo, los niños necesitan de nosotros diferentes enseñanzas que debemos procurar entregarles para que se formen de la manera más sana:
Entre los 0 y los 3 años, los niños necesitan sentirse seguros, estimulados y escuchados. Necesitan que seamos nosotros las personas que los notan, que les enseñan a gestionar sus emociones y que les demostremos que el lugar que ocupan dentro de la familia es uno importante, valioso y respetado.
Si no hacemos eso, los niños se pueden tornar agresivos, con el objetivo de reclamar esos espacios donde quieren ser notados, o ansiosos, pues resienten la falta de escucha y cariño.
Entre los 3 y los 5 años, los niños aprenden a socializar, es decir, les enseñamos cómo se vive en un mundo donde todas las personas somos distintas.
Entre los 5 y los 8 años, es cuando los niños necesitan sentir que pertenecen a los grupos sociales en los que están inmersos, ya sea la familia, el salón de clases o el círculo de amigos. Ahí es cuando nosotros como padres debemos fomentar espacios de esparcimiento en todos los ambientes de nuestro hijo para que desarrolle relaciones sanas con sus pares y con sus figuras de autoridad.
Entre los 8 y los 12 años vemos las consecuencias de ese sentido de pertenencia porque es aquí donde se desarrollan en los niños las habilidades de empatía y simpatía.
El desarrollo de los niños, aunque no lo parezca, no es necesariamente lineal. Por eso, siempre estamos a tiempo de corregir las cosas en las que nos hemos equivocado. Lo más importante es la empatía y la cercanía con nuestros hijos.
Se vale haber cometido errores… Lo importante es que lo reconozcamos y entendamos que siempre es posible corregirlos y ayudarle a nuestros hijos a ser la mejor versión de ellos mismos. ¡¡Todavía estás a tiempo!!
Lo primero es entender que las emociones nunca son buenas o malas. Ni siquiera son negativas o positivas, simplemente hay unas que son más cómodas que otras. Cuando le enseñamos eso a los niños, dejamos de juzgarlos cuando tienen miedo, rabia o tristeza y empezamos a ayudarlos a gestionar esas emociones normales. ¿O es que acaso se siente bien cuando algún adulto se enoja con nosotros cuando estamos tristes?
Imagina esta situación: Tuviste un mal día en el trabajo y todo te salió mal. Llegas a tu casa enojado y muy cansado y quieres contarle a tu pareja todo lo que sucedió, pero en vez de recibir una escucha activa y calma de su parte, solamente te regaña por estar haciendo un mal ambiente. ¡¡Terrible!! Pero eso mismo suele hacerse con los niños sin darnos cuenta.
Todas las emociones tienen una función y son necesarias para la vida humana. Por eso, aquí te regalamos un ejemplo de cómo ayudar al niño cuando tiene emociones incómodas: Nombra la emoción, empatiza con él, recuérdale que es normal, nombra el motivo de lo que lo motivó, explícale cómo gestionarlo, muéstrale con tu ejemplo y ayúdalo a que lo ponga en práctica.
Sería algo así: “Estás enojado y entiendo que no te sientes bien. Es normal que algunas cosas nos enojen. Hoy te dio rabia que tu hermana no quiso jugar contigo en el columpio. Ahora vamos a respirar profundo y, cuando nos calmemos juntos, te acompaño a conversar con ella”.
Este protocolo se llama “Bailando bajo la lluvia” y tiene su origen por las siglas en inglés RAIN, que son: R por reconocer la emoción. A por aceptarla. I por identificar el motivo. Y N por no identificarse.
Así, logramos condenar las acciones que no nos gustan de los niños, como golpear, sin condenarlos a ellos como personas. ¿Cómo así? No decimos “Es que tú eres grosero”, sino que le decimos: “Estás siendo grosero porque estás cansado, pero yo te puedo ayudar a sentirte mejor y no herir a los demás”.
Los niños necesitan que sus padres o cuidadores sean las personas que establecen las normas y, aunque a veces no les guste cumplirlas, son necesarias para el desarrollo correcto de la personalidad.
Tenemos que aprender a ponerles límites a los niños desde lo racional y desde lo empático, es decir, hay límites que simplemente tienen que ser respetados porque, por ejemplo, ponen en riesgo su salud o seguridad. Mientras que hay otros con lo que podemos ser un poco más flexibles.
Algo muy importante es que los niños noten que hay una unidad de autoridad en sus hogares. Esto significa que ambos padres o que todos los cuidadores del niño estén de acuerdo en que hay límites que no se pueden cruzar. Un ejemplo común con los niños más pequeños: Si no se puede comer en la cama, no se puede comer en la cama en ningún momento.
La anterior situación, para ellos es muy difícil poner en contexto por qué a veces sí les permitimos ciertas cosas y a veces no y no entienden por qué a veces los regañamos por hacer algo que ayer lo habíamos permitido sin más.
A medida que los niños van creciendo, empiezan a tener un criterio sobre el mundo que les rodea. Es normal y parte del desarrollo sano de su crecimiento. Como adultos, es importante que permitamos que sean ellos los que impongan ciertos límites y hagamos nuestro mayor esfuerzo para que las personas que lo rodean también lo respeten.
Por ejemplo, cuando un niño está pequeño, puede ser que le incomode que alguna persona de su familia siempre quiera cargarlo. Podemos conversar con el niño y llegar a un acuerdo: “Para esa persona es importante demostrarte que te quiere, entonces qué te parece si tú le das un abrazo cariñoso cuando llegas y ella no te va a cargar”. Así, le demostramos que sus necesidades son escuchadas y que es posible llegar a pactos que lo protejan, sin desmeritar los deseos de los demás.
Otro ejemplo, con niños más grandes, es que es muy probable que los preadolescentes deseen más privacidad. Para eso, el acuerdo al que podemos llegar puede ser algo así: “Puedes cerrar tu puerta cuando acabes de hacer las tareas del colegio, pero debes dejar el celular afuera porque el internet sin supervisión es muy peligroso”.
Puede sonar bastante obvio, pero como padres nunca debemos desestimar la clásica pregunta de ¿cómo te fue en el colegio hoy?
Si llegara el caso de que nuestros hijos no nos cuentan nada y siempre nos responden con monosílabos, podemos ponernos creativos para hacerles preguntas que los motiven a contestarnos: ¿Cómo te fue con la tarea que hicimos ayer? ¿Cuál es el profesor que más te agrada? ¿Han pasado anécdotas divertidas en los recreos? ¿Sigues jugando con Mariana? ¿Cuál es tu momento favorito del día? Tuviste algún momento triste? Voy a adivinar con quién jugaste hoy… A ver ¿con Mariana? ¿Con Joaquín? ¿Te sigue gustando la clase de inglés? ¿Qué jugaste en el descanso?
Directamente esta puede ser una de las acciones concretas que más impacto tenga en los casos en los que los niños estén cercanos a una situación de bullying en su ambiente escolar.
Siempre que se hable con el niño, es de vital importancia condenar la acción del que intimida y de los testigos, pero nunca a las personas. Debemos evitar ponerle etiquetas a los que intimidan, para entender mejor que lo que desaprobamos son sus acciones y comportamientos.
“Los niños que hacen bullying son malos y desadaptados” es una frase que solo hará que nuestros hijos no confíen en nosotros para contarnos las situaciones que viven en el colegio. Podemos cambiar eso por: “En esta casa no nos gusta el bullying porque sabemos que el amor y el respeto son las dos cosas más importantes. Aquí siempre nos hablamos con la verdad”.
Nadie nace queriendo ser parte de las situaciones de Bullying. Ningún niño va al colegio deseando ser el que intimida o hacer sentir mal a los amigos.
Por eso, podemos apoyarnos de material didáctico como películas y cuentos para hacer que nuestros hijos no sean los actores más cruciales en los casos de bullying: los testigos.
Hablemos en casa sobre la importancia de no estar de acuerdo y sobre la valentía que requiere demostrar que ellos no disfrutan de ver la agresión. No necesariamente tenemos que instarlos a contarle todo a sus profesores o a nosotros, pero sí es muy importante que sean capaces de romper el silencio en la que los testigos son los que celebran las acciones del que intimida. .
Enseñémosles que está bien decirle al compañero que se burla del otro que ellos no disfrutan de eso, que no les parece gracioso y que no lo van a celebrar. Para esto, se requiere una competencia emocional que es la asertividad y la empatía; la asertividad es la capacidad de decir las cosas sin violencia y la empatía, la habilidad de ponerse en el lugar del otro.
Es un hecho que los niños que tienen personalidades, historias familiares o rasgos físicos diferentes, son más propensos a sufrir de bullying en los ambientes escolares.
Por eso, es importante que hablemos con nuestros hijos sobre la realidad del mundo en el que vivimos. Hablemos de la homofobia, xenofobia, racismo, del machismo, y alguna condición de discapacidad. Hablemos de todos los prejuicios que existen hacia las personas que tienen características diferentes.
Seamos nosotros los que proponemos las conversaciones difíciles, los que nos hacemos cargo de que nuestro hijo nunca sea el difusor de los mensajes de odio y de que, en caso de que tenga una de esas características, como pertenecer a la comunidad Queer o tener un color de piel diferente al de sus compañeros, no tenga un discurso interior de odio hacia sí mismo.
Todos los papás del mundo cometemos errores con nuestros hijos. Todos decimos cosas que no sentimos cuando no logramos gestionar de una manera sana las emociones y todos hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos.
Para los niños, escuchar que sus adultos responsables son capaces de hacerse cargo de sus errores y de reconocerlos para pedir perdón sin llenarse de excusas y justificaciones, es el mejor ejemplo que pueden recibir.
Así, cuando sean ellos los que cometan un error y hieran a otro, no va a ser tan difícil que se desapeguen del ego y sean capaces de asumir que se equivocaron y que realicen acciones que puedan reparar el daño, sobre todo reconociendo cómo se sintió el otro.
Esta herramienta nos va a permitir ver quiénes son sus amigos y cómo se comporta nuestro hijo en los ambientes de amistad. ¿Cómo se tratan entre ellos? ¿De qué cosas se ríen? ¿Cuáles son sus temas de conversación? ¿Hay algún niño que se porta diferente al resto? También, en los cumpleaños que son fiestas de compromiso social o en los parques, podemos observar las dinámicas de los grupos de amigos e identificar conflictos o situaciones en las que podemos ayudar y retroalimentar.
Los niños necesitan sentir que son útiles y que pertenecen a los grupos en los que viven. Por eso, es importante que, como padres, seamos capaces de delegarles funciones que tienen una importancia para el desarrollo normal del día a día de la familia.
Estas responsabilidades no son solamente las que deben cumplir de manera normal, como tender la cama, recoger la ropa sucia o lavar los platos que ensucien, sino, por ejemplo, lavar el patio una vez a la semana, sacar la basura todos los días o despertar a sus hermanos en la mañana.
Una estrategia que funciona mucho con los niños que les cuesta sentirse parte de los grupos, es pedirles funciones relacionadas a la actividad específica que les genera conflicto. ¿Cómo así? Por ejemplo, si un niño siempre grita y trata verbalmente mal a sus hermanos, le vamos a pedir que cuente de manera gráfica en una cartelera todas las veces que alguien grita en la casa. Con eso, logramos que se sienta importante y que identifique que la acción de gritar no es tolerada, pero él sigue siendo amado y respetado. Una buena solución puede ser, además, reforzar los comentarios cuando habla de manera más suave para que identifica cómo se deben usar las palabras de una manera adecuada.
Para cerrar, hoy queremos regalarte estas 5 herramientas adicionales que te pueden ayudar a aprender más sobre el bullying y cómo prevenirlo desde casa:
Libro " Te espero a la salida" de Pablo Duchement, que puedes encontrar en formato Ebook
La guía para familias del Programa contra el Acoso Escolar Kiva que puedes encontrar haciendo clic aquí.
La guía 49 titulada Guía pedagógica para la convivencia escolar del Ministerio de Educación de Colombia que está disponible haciendo clic aquí.
Kit Papaz para el manejo y la prevención escolar llamado “Cómo podemos prevenir y manejar la intimidación escolar”, que puedes mirar haciendo clic aquí.
La infografía de Prevención de situaciones de riesgo y amenazas en ciber entornos desde la familia del Ministerio de Educación de Colombia que puedes conocer haciendo clic aquí.
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