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26 de Septiembre
Todos hemos sentido estrés en algún momento de nuestra vida, es inevitable, tal vez por culpa de un examen importante, un evento que se aproxima, o alguna persona que nos saca de las casillas. Y es que sentir estrés no es tan malo, es un mecanismo de defensa que utiliza el cuerpo para la sobrevivencia. Por ejemplo, si sentimos que se acerca un peligro, nuestro cuerpo se prepara para reaccionar, involucrando el sistema simpático.
El sistema simpático, es el que nos dispone para la acción, y cuando siente la amenaza, comienza a producir mayor cantidad de adrenalina y de cortisol. La adrenalina es la que dilata nuestras pupilas, acelera la respiración y nos pone a sudar; por otra parte, el cortisol, incrementa los niveles de azúcar en la sangre y aquieta el sistema inmunológico, disminuyendo nuestras defensas.
Por esta razón, el estrés a largo plazo puede causar algunas enfermedades que tienen distintos efectos en nuestro cuerpo, entre ellos:
Tenemos más riesgo a enfermedades cardiacas: La adrenalina que se libera hace que se incremente nuestro ritmo cardiaco. Esto, si pasa muy seguido y por largos periodos de tiempo, es mucho trabajo para nuestro corazón, aumentando las probabilidades de un ataque cardiaco.
Perdemos el deseo sexual: El estrés en exceso es agotador para el cuerpo y para la mente, por lo tanto, los niveles de estrógeno disminuyen, y estos son necesarios para la excitación sexual. Como el cortisol aumenta, se reprimen las funciones sexuales y reproductivas; por otro lado, el estrés nos prepara para huir, lo que hace que no disfrutemos mucho el contacto físico con los demás.
Nos genera estreñimiento: Cuando tenemos estrés, el cuerpo se centra en la amenaza, y es posible que se disminuya el suministro de sangre a nuestro intestino, produciendo acidez estomacal, indigestión y estreñimiento crónico.
Subimos de peso: El estrés puede causar desniveles de azúcar en nuestra sangre, haciendo que sintamos hambre y necesitemos comida más calórica. También los expertos mencionan que sentir estrés crónico, puede hacer que el cuerpo distribuya la grasa de forma diferente, causando un aumento en nuestro índice de masa muscular.
Altera nuestro ciclo menstrual: Es posible que el estrés afecte nuestro ciclo menstrual, debido a los cambios hormonales que alteran indirectamente nuestra ovulación. Esto puede provocar irregularidades, retrasos o sangrados intensos en nuestro periodo.
Más riesgo a infecciones: La adrenalina y el cortisol disminuyen la capacidad que nuestras defensas tienen para protegernos, lo que nos vuelve más vulnerables a bacterias, virus e infecciones.
Aparece el acné: El desnivel de las hormonas de nuestro cuerpo tiene muchas consecuencias, entre ellas, puede hacer que nuestras glándulas sebáceas produzcan más grasa en la dermis, creando más acné. Por otro lado, el estrés hace que manipulemos cosas con las manos, provocando que nos toquemos las imperfecciones de la cara, causando más irritación, propagando bacterias y empeorando el acné.
Antes de comenzar a tratar el estrés, es importante que, en primer lugar, conozcamos e identifiquemos los factores que lo causan; estos pueden ser el trabajo, el colegio, la situación económica, una relación amorosa, o cualquier situación que nos haga sentir incómodas. Lo ideal es saber reconocer estas ocasiones para tratar de evitarlas, o aprender a manejarlas de la mejor manera posible.
El ejercicio físico también puede ayudar a que distraigamos nuestra mente de aquello que nos está molestando, podemos tratar de implementarlo en nuestra rutina semanal, durante mínimo 30 minutos diarios. Escoger la actividad física que más nos gusta, nos permitirá disfrutar hacerla continuamente: salir a caminar, a montar bicicleta, bailar, nadar, practicar un deporte, o ir al gimnasio.
Cuando estamos combatiendo el estrés, debemos intentar sacar tiempo para hacer algo que nos guste mucho, como salir con amigos, cantar, bailar, dormir, o hacer yoga, siempre y cuando estas no sean unas de las razones que nos causen el estrés.
También es recomendable dormir al menos 8 horas en la noche, creando un ambiente tranquilo y cómodo en la habitación, permitiendo que realmente descansemos.
Por último, si sentimos que no podemos lidiar con los problemas, es aconsejable reconocer que es mejor acudir a un terapeuta profesional, pues allí recibiremos la ayuda necesaria para combatir nuestro estrés, identificando puntualmente el problema y recibiendo consejos para su mejor manejo.
El estrés nos afecta a todas. Este, en niveles moderados, hace que superemos las situaciones en las que necesitamos tener más atención y esfuerzo. También existe el estrés crónico, el que pasa muchas veces seguidas y se siente intensamente. Debemos identificarlo a tiempo, antes de que pueda generar consecuencias severas en nuestra mente y cuerpo.
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